Los cambios a nivel económico, político y organizacional que han caracterizado al mundo durante los últimos diez años y que han impactado a la Argentina más recientemente, presentan grandes desafíos en diversos órdenes. Uno de ellos, de especial importancia, está referido al empleo. La novedad de un modelo económico con pretensiones de éxito basado en una dinámica de exclusión de grandes sectores de la población del mercado laboral nos plantea a los profesores de Artes Marciales nuevas respuestas más allá de la tradicional pregunta acerca de la adecuación del perfil del Instructor, cinturón negro, a los requerimientos de la demanda de los distintos sectores sociales.
Si nos preguntamos acerca de qué es lo que producimos o queremos lograr en los gimnasios, la primera respuesta es: buenas personas e instructores. Sin embargo, podemos observar que la producción de la que se trata tiene también que ver con la búsqueda de empleo.
El sujeto que sale del gimnasio con su cinturón negro, no entra inmediatamente al mercado laboral. Existen una serie de barreras que mediatizan esta incorporación. Podemos observar en este período, entre uno y otro estado, un proceso especifico en el que:
.-Los términos de competitividad se han trasladado también a este periodo particular de la búsqueda de empleo.
Ya la garantía no es la legitimidad que otorga poseer un cinturón negro y se ha relativizado la posesión de experiencia. Es importante, pues, tener en cuenta el periodo de instrucción en el gimnasio como un proceso que posee una lógica particular, que requiere un conocimiento especifico y herramientas determinadas para un mejor desempeño.
Otra forma de ver las cosas nos presenta este período como aquel donde pueden establecerse distintos espacios de integración que permitirán una mejor resolución de las barreras de acceso al mercado laboral.
No cabe dudas que la visión de la sociedad con respecto a las artes marciales está cambiando rápidamente, teniendo en cuenta que históricamente el deporte más popular y pasional es el fútbol, digo esto porque en décadas pasadas las artes marciales eran vistas, erróneamente, como una actividad que no podían realizar todos, porque creían que se necesitaban actitudes y aptitudes específicas o especiales, pero con el paso del tiempo y gracias a la expansión de las mismas, se fue revirtiendo esta postura haciéndose mucho más accesibles y ofreciendo otros horizontes.
El hecho de que las artes marciales, más allá de ofrecer a las personas un desarrollo físico – espiritual, también sé este tornando cada vez más como una opción de salida laboral, nos tiene que llevar a replantear y reformular nuestros objetivos y propuestas con un alto grado de responsabilidad y profesionalidad, ya que, y debido al vacío de sentido, rupturas de vínculos y desorientación que producen las fuertes crisis en la sociedad, también nuestros gimnasios deben ser un ámbito de contención en red que amplíe las actividades interactivas horizontales de los sectores sociales involucrados, fomentando la solidaridad y la creatividad, construyendo un ámbito de significancias y no un refugio.
Por Horacio Merele.
Hamdo.
Licenciado en Gestión Educativa.
E-Mail: horaciomerele@argentina.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario